Del Reiki a la Quiroresonancia: el ser humano y sus técnicas para restablecer el equilibrio psicofísico

Si quisiéramos hacer un breve recorrido por las diferentes técnicas de sanación que han aparecido a lo largo de los tiempos en las diferentes culturas, habría algunos nombres propios que no podrían faltar.

Uno de ellos sería el de Mikao Usui, el japonés que fundó el conocido sistema de armonización natural al que llamó Reiki, y en el que se utiliza la energía vital canalizada a través de la imposición de manos para regular el organismo en el tratamiento de enfermedades y desequilibrios físicos, mentales y emocionales.

La raíz original de la palabra japonesa Reiki deriva del concepto chino Lingqi, un arte amplio, diverso y complejo, más difícil de dominar que el Reiki.

Lingqi se traduce como ‘inteligencia, influencia espiritual o poder de entendimiento’.

Lo cierto es que la popularidad del Reiki ha ido creciendo exponencialmente con el paso de los años y las enseñanzas de Usui se han ido extendiendo por todo el planeta.

Una de sus mejores alumnas, Hawayo Takata, fue la creadora del linaje Usui-Hayashi-Takata, y fundadora de una escuela en Hawái que sería el germen del surgimiento del Reiki occidental.

De una misma técnica surgieron un amplio abanico con diferentes particularidades pero que, en esencia, hablaban de algo muy similar. William Lee Rand, por ejemplo, es uno de los grandes exponentes de la deriva occidental, creador del llamado Reiki Karuna.

El cual se sirve de 8 símbolos para activar las diferentes frecuencias de la energía sanadora y armonizar la salud.

Focalizándose en problemas concretos como adicciones o miedos para alcanzar la claridad mental, para restaurar el equilibrio o también para conectarse con seres o guías espirituales.

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La compasión y la mente meditativa

Esta palabra, ‘karuna’, en sánscrito significa ‘compasión’, un concepto muy importante en muchas prácticas espirituales de Oriente.

Precisamente del sánscrito viene también otra técnica de curación cuyo único instrumento es la conciencia del sanador: Sat Nam Rasayan es “relajación profunda en la verdadera identidad, en tu verdadero ser”, un sistema tradicional de sanación yóguica que es, también, un conjunto de premisas para aprender a meditar.

Aquellos que perfeccionan la técnica desarrollan la capacidad de sostener la consciencia silenciosa de la Mente Meditativa y ahí se experimenta la relación con la persona que recibe la sesión, dentro de profunda atención y presencia.

Todo lo que sucede en el universo está integrado en las sensaciones de uno mismo: no hay separación.

El sanador o sanadora simplemente se permite suceder y el universo se transforma.

Fue el maestro yogi Bhajan, el padre del yoga kundalini en Occidente a finales de la década de los 60, quien instruyó a su alumno Guru Dev Singh en esta maestría basada en aprender a utilizar la mente meditativa para relacionarse con cualquier evento.

La versión católica de la tradición sanadora de Oriente son las llamadas curaciones Crísticas, en las que se invoca a seres superiores sanadores de la tradición judeocristiana.

En última instancia se busca algo muy similar al Sat Nam Rasayan, que es volver a comprender que la curación está en una misma, en uno mismo, y que solo debemos conectarnos con la parte divina que habita en nosotras, en nosotros, y dejar que nos guíe hacia la armonía interna.

Así eliminamos pensamientos negativos, nos liberamos de ataduras emocionales generadas por la mente y soltamos el estancamiento emocional que se materializa en enfermedades físicas y mentales.

 

Técnica sanación quiroresonancia

 

La onda curativa de Gröning

Algunos le criticaban por puro desconocimiento, otros lo consideraban un charlatán y la mayoría, hablaba de auténticos milagros.

Pero la verdad es que Bruno Gröning no dejaba a nadie indiferente y en esta lista no podía faltar.

Antes de experimentar sus capacidades curativas fue carpintero, estibador y trabajó en una fábrica.

Después de la II Guerra Mundial, su nombre y sus hechos alcanzaron fama mundial y la gente peregrinaba desde lejanas partes del globo hasta las ciudades que él visitaba, como si se tratara de un Jesús del siglo XX.

 

‘Hay muchas cosas que no se pueden explicar,
pero no hay nada que no pueda ocurrir’
Bruno Gröning

 

Su forma de curar era simple, pero compleja de racionalizar. Gröning comparaba al ser humano con una batería de la que vamos tirando en nuestro día a día para conseguir nuestra energía.

De la misma forma que una pila descargada no funciona, un cuerpo sin fuerza, sin energía vital, no puede desempeñar las acciones cotidianas de forma efectiva y aparece fatiga, nerviosismo, ansiedad y, después, la enfermedad.

Para Gröning, lo primero que hace falta para sanar es la voluntad propia de hacerlo: tener el deseo de curarse es la clave para hacerlo posible.

Él mismo acuñó el término Heilstrom para referirse a la onda curativa o energía espiritual, a esa fuerza superior que es responsable de la vida.

Detrás de cada pensamiento hay energía: un pensamiento positivo construye, un pensamiento negativo destruye; una noticia buena da alas para mucho; una mala desalienta.

 

Los pensamientos son, sobre todo, energías espirituales

Apagar aquellos pensamientos que nos perturban y observar lo que pasa en nuestro cuerpo es una de las enseñanzas que nos dejó este gran maestro sanador: “Solo tienes que sintonizarte para recibir, para adquirir este verdadero regalo divino. Tú misma, tú mismo, comprobarás cómo se recibe esta emisión divina, pero solo la tendrás si le prestas verdadera atención a tu cuerpo, a lo que sucede dentro y fuera de él”.

Gröning dejó varios miles de sanaciones a sus espaldas y, pese a ello, tuvo que enfrentarse a varios procesos judiciales que finalmente fueron archivados.

En ocasiones, algunos de estos conceptos pueden costarnos de entender si solo hacemos caso a la mente racional.

Todos los que estamos enumerando nos hablan de alcanzar un estado de calma y conexión en el que todo es posible.

En lugares como Gran Bretaña, por ejemplo, ya valoran que técnicas como la Sanación por Arquetipos es un perfecto complemento a la medicina convencional y, por ello, lo incluyen en su sistema de salud público.

Esta metodología se sirve de las imágenes mentales instaladas en el inconsciente de los seres humanos desde tiempo inmemoriales, los arquetipos, que son la esencia, el modelo, la forma energética original y perfecta donde se encuentran los códigos de la salud y configuran el diseño del ser humano.

Esta técnica fue popularizada por Colin Bloy, investigador y analista de los cambios de conciencia, quien se encargó, durante más de 30 años de estudiar, recopilar y comprender los Arquetipos para la Sanación del ser humano.

Bloy, por cierto, fue entre otras cosas, un popular radiestesista. “Lo sagrado puede ser analizado desde lo racional”, decía Bloy.

 

Técnica de quiroresonancia

 

La Quiroresonancia: manos, radiestesia y espiritualidad

Como vemos, el ser humano a lo largo de su historia, en diferentes culturas, ha utilizado distintas técnicas de canalización y sanación con las que ha tratado de restituir el libre flujo funcional de la energía y restaurar su equilibro.

Da igual que se le haya llamado Qi, Prana, Orgón o energía vital según las diferentes tradiciones, porque en todos los casos se habla de lo mismo.

Un compendio de toda esta tradición, mezclada con las diferentes tecnologías de las que se disponen hoy en día y todo el conocimiento añadido y legado de tantos maestros, han hecho posible el surgiendo de la Quiroresonancia.

Podríamos definir la Quiroresonancia como un conjunto de técnicas que agrupa la radiónica, la radiestesia y esta energía vital universal para tratar desequilibrios físicos, psíquicos y emocionales.

Para ello, canaliza la energía a través de las manos y de la presencia y el contacto con el ser espiritual. Se puede lograr armonizar el libre fluir para sanar tanto seres como espacios.

Para ello se utilizan los quiroresonadores, que son símbolos canalizadores y amplificadores que permiten personalizar los tratamientos según las necesidades a tratar.

Estos símbolos nos permiten disipar, concentrar o eliminar diferentes tipos de energías.

Son las manos las encargadas de canalizar esa energía universal hacia un receptor, una energía que puede ser modulada y amplificada por unos resonadores radiónicos, que son símbolos gráficos con distintos niveles de potencia diseñados por radiestesistas que trabajan en la protección, la limpieza, para cargar objetos con una frecuencia determinada, para magnetizar minerales, etc.

 

Herramientas de diagnóstico en la Quiroresonancia

Como herramientas de diagnóstico en la Quiroresonancia se utiliza un Biómetro de Bovis y un péndulo.

El Biómetro es una forma de medida que creó el radiestesista Antoine Bovis, encargado de investigar el nivel vibracional del cuerpo humano en distintas fases y la radiación que emanaba de la tierra en lugares alterados.

Así, creó una escala del 0 al 10.000 y una unidad de medida, el Bovis (UB), muy útil para determinar tanto el estado de salud de una persona como a la hora de medir o evaluar la energía telúrica de un lugar, incluso se utiliza como herramienta para desarrollar instrumentos raónicos y psónicos.

Según este investigador, una persona sana vibra en una escala entre 6.500 y 8.000. Y un lugar como la catedral de Valencia, entre unos 8.000 y 10.000 (UB).

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